¡Penas! ¿Quién osa decir...?
¡Penas! ¿Quién osa decir que tengo yo penas?.
Luego después del rayo y del fuego.
Tendré tiempo de sufrir.
Yo sé de un pesar profundo entre las penas sin nombres:
¡La esclavitud de los hombres es la gran pena del mundo!
Hay montes, y hay que subir los montes altos,
¡después veremos, alma, quién es quién te me ha puesto al morir!.
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